Compartimos la entrevista a Don Blas Jaime realizada por la estudiante en Comunicación Carolina Porcaro, en el marco de su pasantía académica en el área de Comunicación Institucional del Museo.
Agradecemos a Blas por su generosidad y buena predisposición para compartir sus saberes, su historia de vida y su permanente colaboración con el Museo.
“Cuando un pueblo pierde su idioma, pierde su identidad”
Fue en el 2005 cuando a raíz de una nota periodística surgió el interés de distintos sectores de la sociedad por un hombre de unos 70 años de edad que decía tener conocimientos sobre la lengua y cultura chaná. Ese tató (hombre) era Don Blas Wilfredo Omar Jaime, último hablante de una lengua que se consideraba desaparecida. Recientemente presentó en la Biblioteca del Congreso Nacional el trabajo realizado junto al lingüista José Pedro Viegas Barros denominado “La Lengua Chaná: patrimonio cultural de Entre Ríos”. La publicación y divulgación del diccionario chaná se enmarca en las acciones llevadas a cabo por el Ministerio de Cultura y Comunicación de Entre Ríos en pos de la revalorización de nuestros pueblos originarios y el patrimonio de todos los entrerrianos.
--¿Cuál es la importancia de la publicación de este diccionario que ya forma parte del patrimonio de todos los entrerrianos?
--Para mí el objetivo principal era que no se perdiera el idioma porque si yo moría antes de hacerlo prácticamente estaba perdido, sólo quedaban retazos a través de leyendas y cuentos. Mi hermano también publicó un libro sobre cultura chaná hace algunos años, pero no conocía mucho porque era muy chico. Cuando mi mamá se decidió a enseñarme a mí, él ya no estaba con nosotros. La mujer es la guarda memoria en el pueblo Chaná, las mujeres transmitían la cultura por siglos aunque el pueblo Chaná como tal ya no existía. La idea de presentar el libro en el Congreso surgió por parte de la Comisión de Cultura. Allá nos trataron muy bien. Una periodista se encargó de que todos los presidentes de América reciban el libro, los presidentes de Bolivia y Ecuador se interesaron mucho por la descendencia aborigen de sus países. El presidente de Ecuador pidió que me hagan una nota para enviarle y así conocer más sobre la historia de mi etnia.
El diccionario fue presentado por primera vez en el Mes de la Memoria en la Casa de la Cultura de Nogoyá, este hecho constituyó algo sumamente relevante para la reivindicación de los pueblos originarios de nuestra provincia. Pero además, sus autores estuvieron presentes en el Encuentro Federal de la Palabra en Tecnópolis y en diferentes localidades de Entre Ríos para así poder dar a conocer este valioso patrimonio. También referentes culturales y políticos de diferentes partes del mundo han solicitado ejemplares para conocer más de la cultura y lengua chaná.
--¿Cuáles son las principales características de la cultura chaná?
--Para mí lo que caracterizaba a nuestra cultura era el respeto mutuo por los niños y de los niños hacia los adultos y el respeto total hacia la mujer. El origen de nuestra cultura había sido un matriarcado. El pueblo Chaná era el pueblo más guerrero y el único que hacía ciudades porque al sembrar y esperar la cosecha formaban sus hogares y los otros pueblos los llamaban “los dueños de la tierra”, pero ellos decían que se hacían dueños de la tierra. Al chaná le gustaba mucho pelear, guerrear, entrenaban todos, mujeres, varones, niños para pelear, era algo que traían en su genética. Si no tenían para pelear, se ponían tristes, eso me contaba a mí mi bisabuela. Era como una diversión para ellos. Su cosmovisión para ir al cielo de la mano de Dios era que tenían que morir peleando, morir enfermo era vergonzoso, entonces ellos procuraban siempre pelear y ponían esqueletos humanos parados y clavados en los árboles de las entradas de los montes para ahuyentar a los animales y a las personas y así los demás pueblos sabían que ahí era un mojón chaná y si pasaban de ahí los iban a matar. Siempre estaban preparados con sus perros de guerra. Los perros de los chanás eran mudos, ellos los enmudecían, les cortaban las cuerdas vocales, los llamaban también “los guerreros del silencio” porque era el único pueblo conocido que atacaba en silencio.
“En tiempo muy lejano habitaban en esta ndorí (comarca) aborígenes de raza ya-ña (chaná).
Sobre las tarú (barrancas) de lo que naturalmente es el parque General Urquiza de Paraná había un dananát (poblado) con numerosos habitantes que vivían de la caza de nbalatá (animales) que abundaban en la zona, especialmente en el monte que rodeaba el lugar y en las beáda-ó atá tavoré (islas vecinas); y de ñá ichí (pesca ) en el atamá (río). Recolectaban n-igué (frutas), uví (raíces), e ití uuy (miel silvestre) ; sembraban luur (maíz, catí (papa), tuní (calabazas y zapallos), n-ormá (porotos) y catí nado (batatas-papa dulce) Tijuinem, su dios, y la buena beada-o (tierra- madre grande) les daban vida y sustento viviendo libres y felices”.
[Fragmento de “Amarí Dúl” (Las Mariposas) Blas W. Omar Jaime]
--Hasta hace algunos años los pueblos originarios no eran reconocidos por la sociedad, se mantenía un relato único que no era el contado por los descendientes de las culturas nativas de Entre Ríos ¿Cómo y de qué manera se puede seguir trabajando para lograr como sociedad la reivindicación de nuestros pueblos originarios?
--Nosotros estábamos callados por la discriminación que había antes, éramos despreciados y no nos daban trabajo por nuestra condición de indios. Esto tiene la explicación en que los gobiernos y los inmigrantes europeos siempre dijeron que no había aborígenes, que no había indios, que se habían exterminado. Hay libros de historia que dicen que ya no existen indios en Entre Ríos. Se los mantuvo siempre ocultos para que no reclamen y no molesten. La pérdida de la conciencia, de la existencia de la sangre originaria se fue perdiendo porque los europeos eran muy crueles y trataban de que nadie hablara. A los niños que hablaban el idioma les cortaban la punta de la lengua y a las niñas les pinchaban un ojo. Eso se fue dando a lo largo de muchas generaciones y eso hizo que el idioma de los pueblos originarios se pierda. Cuando un pueblo pierde su idioma, pierde su identidad. Yo empecé a hablar por una casualidad, estuve más de 70 años callado. Cuando empecé a hablar surgió un interés, los medios de comunicación se ocuparon y se hizo un tema público. Antes nadie hablaba de los pueblos originarios públicamente, nadie se reconocía como cacique, como aquel que sabía de la cultura. Para mi soy sólo un indio viejo, pero para otros soy una persona importante. Yo no vendo cultura, sólo acepto que me paguen el traslado cuando voy a dar charlas a las escuelas que están lejos.
--¿Cómo empezó su vinculo con el Museo y cómo surgió la idea de brindar charlas, visitas guiadas, además del Taller de Cultura y Lengua Chaná?
--Antes que nada me preguntó ¿por qué empecé a hablar yo? Una noche lo encontré a Augusto Michetti Martínez, profesor del taller de cultura y lengua guaraní del Museo, y me dijo de ir a su casa así conocía a su mujer (Ara Mímbi) que era amiga de mi hermano “Machito”. Fui a la casa de ellos y estaba la señora del INAI, Augusto me presentó como hablante chaná y ella dijo ¿cómo chaná si los chanás no existen? Y le respondí ¿cómo no vamos a existir si yo estoy acá y estoy vivo? Además de mi familia y de la gente que sé que es descendiente de esta etnia. La saludé en chaná y quedó sorprendida porque, según lo que había visto en distintos libros de historia, nosotros estábamos extinguidos y el idioma perdido hace 200 años. En esa oportunidad me dijo que tenían una actividad en el Teatro y me invitó para que vaya. Había como 700 niños y hablé sobre cómo era ser niño en nuestro pueblo. Les conté qué comían, que salían a buscar su alimento cuando se levantaban, cómo amaban a sus padres, el niño era respetado como un adulto. Ese día había algunos reporteros, una periodista de un diario me hizo una nota y de una fundación también y de ahí surgió un interés por parte de distintos medios de comunicación del país por conocer más de mi historia. Al Museo vine un día para ver qué había acá de nuestro pueblo y me atendieron muy bien. Visité la biblioteca y me dijeron que me podía anotar como lector. Acá hay libros sobre los chanás y todos dicen lo mismo “Creemos, pensamos, suponemos”. No recuerdo de dónde surgió la idea de empezar con el curso de “Idioma y Cultura Chaná”. La gente se enteró de que yo venía al Museo y tal vez de ahí me habrán propuesto de enseñar. Fue hace casi 10 años. El objetivo del taller es que quienes se reciban puedan enseñar en las escuelas, el diccionario va a ayudar mucho con esta labor. El Museo es como mi casa, son como de mi familia, siempre fueron muy amables conmigo. Cuando estuve en el Congreso agradecí al Museo porque sin ellos no habría podido lograr ni la mitad de lo que vengo haciendo para transmitir la cultura y la lengua Chaná. Cuando empecé el Taller fui escribiendo para memorizar porque la transmisión siempre fue oral, por siglos. La primera que aprendió a leer y escribir en mi familia fue mi mamá. Entre mi abuela y mi mamá hablaban en chaná.
Don Blas es un hombre seguro de lo que dice, de ideas firmes y sostenidas. A través de su relato va tejiendo las historias de un pasado que se hace presente al escuchar las costumbres, hábitos, creencias y anécdotas de la etnia que lo vio nacer en tierras nogoyenses. Humilde, pausado y de carácter tranquilo, poseedor de este patrimonio entrerriano que tiene un valor incalculable para la estimación y el reconocimiento de nuestros antepasados.
--¿Qué siente cuando recorre la sala de Arqueología del Museo que es donde se habla sobre los pueblos originarios de nuestra provincia? ¿Se reconoce en las piezas expuestas?
--Me identifico con las piezas del pueblo Chaná (cabezas de loro, puntas de flecha) expuestas en el Museo. Las cabezas de loro se ponían en las tumbas porque estaban hechas con el cuerpo y la sangre de la Madre Tierra. El loro podía hablar con los espíritus y por eso se ponía en la tumba. Todos los pueblos aborígenes americanos creían en los espíritus, era una creencia generalizada. Creo que debería incorporarse un relato más actual de lo que nosotros vivimos y sabemos sobre nuestros pueblos originarios. Hay muchas cosas que cobran sentido y que se van entendiendo a partir de lo que voy contando sobre nuestra cultura, La urna funeraria que está en el Museo nadie sabía que era Chaná, cuando vine y vi los símbolos que tiene de hombre alfarero chaná, porque cada uno tenía su manera de decir “esto lo hice yo” Las ondulaciones significan el nacimiento, la vida y la muerte.
“La palabra de Dios suena como clarín en el bosque adormecido
lugar de paz y sosiego, que dejaron tus antepasados, querido amigo.
Se oye un grito que responde al nativo, agreste y austero paisaje;
Grito de valor que se hizo historia, grito del aborigen que hoy nos llena de gloria”
[Fragmento de “Carta a un aborigen, que nos dejó un legado tan importante” Alumnos de 4° “B” Esc.N°36 “Santa Teresita”]
--¿Qué significa para usted hoy ser el último hablante de la lengua chaná? ¿Cómo lo vive diariamente al vivir en una sociedad multicultural?
--Ser aborigen hoy es algo importante, pero yo no me agrando porque me hayan hecho notas u homenajes. Es importante esta visibilización porque así más personas van a reconocer su sangre aborigen. Es algo que estaba escondido y salió a la luz. La mayoría de las personas nos aprecian y nos tratan con respeto. El gobernador me hizo un homenaje ante mil personas en Concepción del Uruguay. Antes ni siquiera nos dejaban tener nuestros nombres originarios; hace poco nació la hija de una tallerista y le puso nombre chaná y de Santa Fe han venido muchas personas a pedirme nombres. Yo me vine desde chico a Paraná pero mi bisabuela seguía viviendo en Nogoyá. Santucho y Moreyra son familiares nuestros por parte de mi madre. Siempre tuvo más importancia la descendencia materna porque es la sangre. La madre nos dio la sangre y el padre puso su parte genética. Los Jaime eran mi abuelo y bisabuelo. Siento una obligación de hablar. Mis ancestros me recuerdan las cosas, ellos quieren que se sepa, es como un mandato. Me gustaría escribir más sobre la historia de mi etnia, de eso no he hablado casi nada, pero no sé si tendré tiempo. Creo que en la sociedad de hoy deberían tener más respeto hacia la mujer. El chaná no podía golpear a la mujer y a sus hijos tampoco.
El diccionario de la lengua chaná puede ser consultado o adquirido en nuestro Museo como así también en la Editorial de Entre Ríos.
Aquí les dejamos algunos link de interés:
-Editorial de Entre Ríos http://cultura.entrerios.gov.ar/organismos/nota.php?id=2434